El salto de longitud fue parte del evento pentatlón en los Juegos Olímpicos en la antigua Grecia, alrededor del año 708 a.C. Los otros eventos en el pentatlón eran lucha, disco y lanzamiento de jabalina y carrera. Los competidores utilizaban pesas de salto llamadas halteras, que se hacían de piedra o de plomo y con forma de receptores telefónicos. Los saltadores sostenían la haltera delante de sí mismos, mientras saltaban en el aire y luego la arrojaban detrás de ellos mientras descendían. Se creía que las halteras ayudaban a los saltadores a lograr distancias más largas.
La trayectoria del centro de masas del saltador (con sus halteras) corresponde a una parábola, cuyas características (altura y alcance máximos) quedan determinadas por la velocidad inicial del salto (en módulo y dirección) y por la fuerza gravitatoria terrestre (que es la única fuerza que actúa sobre el sistema saltador-halteras, si prescindimos de la fricción con el aire). Aunque no está completamente aclarado, se piensa que el atleta iniciaba el salto sin tomar carrera previamente (o la carrera era muy breve), alargaba los brazos con las halteras hacia delante para conseguir mayor velocidad, y luego proseguía con los brazos y las halteras hacia delante durante la trayectoria parabólica. Pero aproximadamente a mitad del salto el atleta lanzaba las halteras hacia atrás con la mayor velocidad posible. Podemos considerar el lanzamiento de las halteras hacia atrás como si se tratase de una explosión en la que se producen dos fragmentos que salen disparados en sentidos contrarios: el saltador, hacia delante, y las halteras, hacia atrás.
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