Entre los antiguos, la jabalina no sólo era un objeto deportivo, sino un arma de uso corriente, así en la caza como en la guerra; en las pruebas atléticas, sin embargo, únicamente se tenía en cuenta la distancia alcanzada, siguiendo una dirección ya dada; en la práctica corriente se ejercitaba de otro modo, procurando alcanzar un blanco señalado horizontalmente, sobre el terreno. La jabalina deportiva, larga como el cuerpo humano y gruesa como un dedo, carecía de punta, llevaba lastre en un extremo y era, según parece, extremadamente ligera.
En cuanto al estilo de lanzamiento, éste difería mucho del que se emplea actualmente: los antiguos, en efecto, usaban un tipo de propulsor de correa de cuero de unos 30 a 45 cm. de largo, atada cerca del centro de gravedad y que daba una o varias vueltas alrededor del fuste, terminando en un nudo donde el lanzador introducía los dedos índice y mayor de la mano lanzadora.
Como en el caso del disco, el lanzamiento era precedido por un breve impulso y por una torsión general del cuerpo: el torso y la cabeza acompañaban al brazo derecho, que se extendía hacia atrás, por la derecha, a la mayor distancia posible.
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