En las aventuras de Perseo no intervienen ni Io ni Hades, aunque sí su padre Zeus, que interviene para que Hermes y Atenea den armas al héroe (él le da una hoz y ella un escudo); ambos además lo asisten en sus aventuras. Perseo usa también otros objetos mágicos (el casco de Hades que le confiere la invisibilidad, unas sandalias aladas y un zurrón), que le son proporcionados por ciertas ninfas de las que las fuentes no informan más. Y por supuesto, ni Perseo ni ningún personaje de la mitología griega cabalgó escorpiones gigantes acompañado de djins o genios del desierto. También es de interés saber que Pegaso, el caballo alado, fue único en su especie y, junto con Crisaor, nació del cuello de Medusa cuando fue decapitada por Perseo. En realidad, el único héroe que cabalgó el corcel alado fue Belerofontes. Para descubrir el paradero de Medusa, Perseo se vio obligado a visitar a las Greas o “Viejas”, personajes dotados de un solo ojo y de un único diente, en cuyo uso se alternaban para ver y alimentarse.
Perseo cortó la cabeza de Medusa, aunque para degollarla no tuvo que visitar el reino de Hades ni pagar a Caronte, pues Medusa habitaba en el país de los Hiperbóreos o no lejos de Tarteso. Y por cierto que Medusa era la única mortal de tres hermanas monstruosas, las Górgonas. De regreso hacia Sérifos, Perseo pasa por las costas de Etiopía, donde descubre a Andrómeda a punto de ser devorada por un monstruo, que no se llamaba Kraken (pulpo gigante perteneciente a la mitología escandinava), sino que era una criatura anónima, y no permanecía encerrado a disposición de Hades. Inmediatamente, Perseo rescata a Andrómeda, pero se casa con ella y con ella tiene siete hijos. Había sido precisamente una afirmación de su madre, Casiopea, en el sentido de que su belleza superaba a la de la mismísima diosa Hera o a la de las Nereidas, lo que atrajo la cólera de los dioses contra la muchacha.
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